Siempre nos hemos preguntado porque hay buenos y malos estudiantes, a veces se ha achacado eso a la capacidad o al esfuerzo, unos se esfuerzan más que otros, ¿ qué opina la ciencia cognitiva sobre esto?
Es cierto que cuando nos preguntamos que diferencia a los estudiantes de otros, que hace que unos les resulte mas fácil o mejor dicho que algunos tengan un desempeño mejor que otros, normalmente apelamos a dos factores, el primero es la “habilidad“, la habilidad que puedan tener, la habilidad que, en parte, tiene, unos condicionantes innatos, pero la habilidad depende también del entorno, depende de las oportunidades que uno ha tenido antes de llegar al aula, por otro lado explicamos el desempeño, por la dedicación, el “esfuerzo“, el esfuerzo está claro que es importante para aprender, si no le dedicas algo de tiempo y esfuerzo a aquello que quieres aprender, no lo vas a aprender, esos dos factores son los que normalmente apelamos, cuando queremos explicar porque un estudiante obtiene unos resultados y otros obtienen otros, decimos cuestión de habilidad o cuestión de esfuerzo.
Sin embargo acostumbramos a olvidarnos de otro factor que puede que sea tan o mas importante que estos dos, y que también marca diferencias importantísimas, que es aquello que hacemos, cuando aprendemos, decir el esfuerzo es importante, pero uno se puede esforzar bien o esforzar mal, el esfuerzo puede estar mal canalizado, yo puedo dedicarle mi tiempo mis energías, mis ilusiones incluso a hacer cosas que en realidad no son eficaces a la hora de ayudarme a entender, en cambio lo que la investigación en las últimas décadas nos indica, es que ciertamente hay un serie de acciones, hay una serie de circunstancias, que si las tomamos en cuenta a la hora de aprender, nos van a ayudar a ser mas productivos con nuestro esfuerzo.