El mundo actual propone una gran cantidad de desafíos a la docencia, exigiendo la construcción de nuevos sentidos a la hora de enseñar (Oviedo, 2014). En las últimas décadas estamos viviendo una brecha generacional en expansión que se sustenta en el desarrollo de nuevas competencias a partir del uso de las nuevas tecnologías (Area, Gros y Marzal, 2008). Esto supone un nuevo sistema de educación que proponga ya no solo la reproducción de conocimientos, si no que permita que el desarrollo de competencias juegue un rol en la escuela a través de educar para la era digital. En respuesta a estas necesidades, hace dos décadas atrás los responsables políticos, líderes empresariales y expertos en educación situaron la definición de “Habilidades del Siglo XXI” que suponen ya no una forma de adquirir conocimiento, si no que de saber qué hacer con ese conocimiento que se adquiere